
Erika badu con green eyes empapa la sala donde duermo, las paredes color crema, el techo muy alto, la gente aquí en viña es amable. La noche esta repletas de gente, miradas, risas, familias enteras en las calles. Mientras paseaba por aromas, colores vivos, silencio, trapos colgados, mis piernas pedían descanso por el largo día trabajado. En su cumpleaños viaje, llore, reí, camine, toque el mar, y mire gaviotas… su ultima mirada fue de calma, de cariño y comprensión. Ayudó a que arreglara mi mochila con más claridad y paz.
Mientras la brisa del misterio mojaba mi ropa, mis ojos se encargaban de mojar mi rostro, y el viento secaba todo, mil contradicciones en mi cabeza, minutos de silencio daban relajación, es el único ruido que no molesta, ni nadie se cansa de escuchar, así disfrute de cada ola hasta que el enemigo de las estrellas se metió en el tranquilo y azul horizonte, el cual se fijo en mi retina por largos minutos o largas hora. Dormido corporalmente en el mismo sitio, donde golpes de brisa refrescaba mi piel dañada por el sol… La amabilidad caía de mi boca al mirar gente diferente, al respirar otros olores, ver de otros colores, un respiro era el motivo de aquel viaje, un respiro que aun no logro botar, aun quedan olores en mi memoria. La soledad del lugar de descanso se ponía un tanto tétrica, el bar de al lado me llamaba con gritos de gente ebria, mi cuerpo casi inmune no dudaba en quedarse ahí cobijado por el olor a crema bronceadora, el siguiente día se venia lleno de planes y no podía esperar mas, necesitaba cerrar las ventanas para que llegara la oscuridad que me haría soñar, ¿que cosa es de soñar cada noche que las sensaciones corporales en las mañanas son tan diferentes?
Viajero caminante, me gritan las miradas de almas unidas y por lo tanto valientes al murmurar, cuando se encuentra un alma sola con ilusiones en la espalda ¿que tan valiente puede llegar a ser sin pasar el límite de la locura? Mire fijamente aquel que imita mis gestos y miradas, poco a poco me entregó la energía para bajar escalones viejos y de crujiente madera, recibir el aliento del mar que llama como un imán a los vehículos de las almas , mi mochila anclada en mi ardiente espalda saltaba por el movimiento brusco de ansiedad corporal, al fin llegue al lugar donde todos gritan y luego ríen por los golpes de simpáticas olas, esta vez tenia que llegar a donde mis oídos no pudieran percibir nada mas que sonidos de millones de años, mis piernas se entrelazaron para la comodidad, donde ahí permanecieron durante miles de años hasta que no pude sentir ni la unión de ellas, la tarde pintaba sonrisas tímidas en mi rostro, mi corazón por fin tenia un ritmo normal, sentía como la arena se pegaba en mi piel, en mi mente sonaba canciones de Adele las cuales antes desgarraban mis memorias, ahora se sentía diferente, como si las ideas se transformaran en pequeñas nubes de favoritismo color.
Y me preguntaba si los enamorados seguían mirándose de la misma forma, en la cual subieron al avión a tan odiado y amado lugar, la preocupación ya tenia de la mano a la señorita calma, siento que volvía a ser un loco por las calles del desconocido lugar, dando saltos y golpeando mis talones en el aire, me propuse involucrarme en sus mundos, despegue de mis oídos las trompetas y el primer ruido fue estruendos de piernas fuerte, miradas limitadas y hermosos carruajes en sus espaldas, su alimentación es casi obligatoria, y como si se tratara de oro la gente impaciente hacia filas interminables para que las bestias arrastraran sus cuerpos y se sintieran como reyes paseando por avenida Perú, me acerque lentamente y como en fracción de segundos un grito me despertó e invasivamente ofreció un agradable y hermoso paseo, el silencio de mis labios le indicaron que no buscaba eso, solo miraba y me apiadaba de las bestias que gritaban libertad, si libertad, lo acaricie de forma suave y fue como si supiera mis intenciones, giró su tenso cuello y miro mis ojos y mi desordenado pelo, reí y sabia que parecía un loco, pero nada importaba, me acerque a esos mismos ojos negros y amarillo y di gracias por dejarme tocar al fuerte animal, me dijo de nada arrugando su frente haciéndome sentir ridículo, reí sin despegar mis labio y seguí por caminos de luces, pareciera que esa plaza, siempre estuviera en navidad.
Hace mucho que no me subía a un trole y fue en esa ciudad tan cambiada y de alterada y preocupadas miras donde me di el gusto, me sentía que estaba vestido de antaño, y los colores eran de ceniza, una niña me entrego una sonrisa y me dijo si podía sentarse a mi lado y ahí se instaló patudamente sin esperar respuesta, la situación era de total alegría, el paseo duro menos que mis ideas en la cabeza de los demás y con cara de satisfecho llegue al largo pasillo, la habitación numero 11 esperaba silenciosa mi presencia. Olvidaba que tenia que comer y mi estomago con un ruido asqueroso me lo recordó, tire mi ropa, y acomode trapos en mi piel y tan rápido como entre salí del lugar, comí hasta que mi estomago no daba mas y camine abotagado por AV Valparaíso, blanquito fue quien termino de pintarme de alegres colores, blanquito, así es el nombre del mimo que hace reír a grandes multitudes con su rutina, lentamente y sin conciencia de la hora camine de regreso al designado lugar, solo quería dormir. Y un suspiro acompañado de una sonrisa me sorprendió a recostarme y descansar .