
Ligero levanto el cuerpo y detengo mis dedos, los brazos ya son
firmes y están saliendo plumas en los hombros; tres minutos dura el apagón del
foco de mi calle, dejando que su luz indudable quede reflejada en el pasillo de
inquietud., sonrío y miro mi sombra, la música a veces hace mover mi cabeza de
lado a lado, como un reloj tictac; solo dura tres minutos el apagón -recuerda
que solo dura tres minutos el apagón,
La vuelta se da cuando los tres minutos
llegan a mi patio, los pastelones que se hunden con cada paso que doy,
mientras escucho los pájaros nocturnos que enfrían el cuerpo, solo la piel.
Fije mis pupilas en la imaginaria cara de
la que tanto se habla, hay veces que esa cara es triste otras feliz. Su luz
bañando mi piel, el aire limpio después de la lluvia de verano... puede
que mi voz sea tan pequeña que hace eco en uno de sus cráteres, revotando
eternamente hasta otro grito de película en blanco y negro; tres minutos.
En su cien por ciento de luminosidad
es cuando el sentir se apodera del acto ridículo de compartir la importancia de
aquel suceso, tan imaginario que llega a ser increíble, pero cuatro pupilas
estarán seguras fijamente seguras fundidas en cualquier cráter, pidiendo
cualquier cosa dejando ecos o tan solo el silencio perfecto, desde mi patio
tengo tres minutos, solo tres minutos.