lunes, 12 de diciembre de 2011


El cigarro matutino aun es imposible dejarlo, mi dolor de cabeza vuelve de apoco, no quiero, mi cabeza bajo mi cintura ayuda un poco en eso… mis manos tiritan cada vez mas por el mal cuidado… el dolor lo puedo controlar, creo…

Las imágenes del dia anterior vuelven a mi, como si se tratara de una película antigua de los años 70, el viento de nuevo se apodera de mi, no se que haría sin el. Amo donde vivo por lo mismo.

Los días pasan tan pronto como pasan personas en la calle, como miradas sin sentido se fijan por minutos en un objeto, persona, cosa, en la nada. Voces…..

Se vuelve a prender un cigarrillo casi por inercia, el cuerpo pide sin deseo ni autocontrol, solo pide como si fuese algo vital. Ayer vi nuevamente esas miradas, esas miradas puras de tanto amor, esas miradas de cariño incondicional, de protección, de entrega… no me di cuanta cuando el tren ensordecía mis oídos y opacaba mi hermosa música con su aviso de partida, creo que vi solo una mano al despedirme a la distancia. No entenderán que hay veces que grito que no viajen, que prefiero estar en casa formando historias, riendo, jugando, conversando, durmiendo… lo que sea, pero ahí los genes jugando a la compañía. Hay veces que mi cuello necesita otras manos para aliviar un poco el dolor al mover mi cabeza.

Siempre me jacte de que un hombre libre, es capaz de mejorar su entorno tanto como su interior, me acepto tal como soy, pero la vida aun me demuestra que solo en la vida no se vive, que se necesita de la magia o de actitudes del resto para ir jugando al intercambio de fraternidad, a las miradas que provocan risa, a las palabras no entendidas, pero jamás juzgadas…

Un día encontrare la silla donde pasare horas mirando quien pase por fuera de casa, saludando al que nadie habla, a la ciega que hace que los demás lo sean también, a los niños desarrollados cerebralmente, dando alimento a los perros callejeros, y donde cerrare mis ojos para descansar de tanta tranquilidad, para que los sueños formen experiencia en mi día a día, con mi pelo blanco, y mi vista borrosa, ahí entenderé el porque de tanta contradicción, cuando ya los viajes no me llamen para nada la atención, donde las miradas que ayer vi no se encuentren a mi alcance, donde el extrañar será un sentimiento desgarrador, tanto así que mis lagrimas caerán sin pañuelos que las limpien… ahí , en ese momento, tratare de escribir, si mis temblores lo permiten, lo mucho que he vivido, cuando los surcos en mi rostro me molesten que odiare el espejo, donde no se si al lado de mi silla futura se encontrara otra silla, con los mismo sucesos vividos, también con pelo blanco o por lo menos algo blanco…

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