lunes, 2 de septiembre de 2013

como un virus

Mientras sus palabras son frondosas ramas, al igual como las que tengo en mi cabeza, al igual como los paisajes mas hermosos, al igual que la tarde que se creo el puente, yo respiro cerrando mis ojos, disfrutando de las caricias del viento.

El silencio dejo estragos en mis rincones, los arboles se enojaron conmigo, me dieron golpes con sus mas duras hojas, mientras el cielo me regalo colores, donde imagine deslizarme y cerré los ojos para que aparecieran los pensados, los ojos pensados. El sol sorprendió mis ventanas y el en su mundo también fue sorprendido.
Y sin pedir permiso, sin ruidos, sin olores, sin vientos, nada indico lo que al siguiente paso se venia y es mejor asi, abrí las puertas que deje cerradas con la fuerza del brazo derecho, que cerré con agua en mi rostro, con las pestañas pesadas, con la mirada al suelo, con la fe perdida con el miedo de bienvenida... ahora se atrevieron a mover mi suelo y me es imposible mantener mis pasos firmes con tanto caos, cerrar los ojos significa que aparecerán eso cristales morochos, que danzaran como las hojas en otoño, como las copas de los arboles en septiembre, como el calor en las pieles en verano, como el revote de la lluvia en invierno, como los colores en primavera, como el sauce que acostumbro a contemplar cuando recupero mi espíritu y en mi alma está la voluntad mientras danza y danza, hasta que los dormidos ojos recuperan la luz.

Ahora a derramar pintura como hoy lo demostró el cielo, como hoy mi nudo de la duda ajena se desato gracias a los colores mágico y perfectos.
Los elefantes me enseñaron a peinar mis alas y cuidarlas para volar en calma, con rapidez cuando sea necesario, con euforia al segundo que se sienta, a respetar otras alas y acompañar el vuelo, a no sentir miedo por los nuevos cielos que traen vientos también nuevos, también a dejar volar en soledad para comprender las guerras emocionales, a cuidar también las alas ajenas, las que quieran acompañarme y sonreír por la maravilla de volar y si es de aterrizar lo haré sin levantar polvo.










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