
La tormenta ya había sido anticipada por las estrellas ante
los ojos dormidos, el desierto de pétalos
amarillos y azules desaparecía haciéndolo imperceptible ante el tacto del
mendigo de hojas, la noche se pinto de colores oscuros y las raíces de los
pinos bañaron de rancia humedad los oídos, la mirada se detuvo durante mucho
tiempo y el frío se sentía en sus ojos,
el miedo envolvió el espíritu dejándolo casi inmóvil, nada delante, nada detrás,
mucho menos a los lados, ni dentro ni fuera, los colores mas oscuros arruinaban
la bella pintura de viento y agua, al igual como bailaba el vino entre sus
labios pintándolos de imagen sucia. Situación desmerecedora de placer, de que
los pómulos dejaron de levantarse y los
ojos perdieron aun mas fuerza, el sol constante encegueciendo al los morochos, aquellos únicos culpables de semejante remolino.
He de estar navegando por las noches en las maravilla de mis
vientos, demoliendo nubes donde mis poros absorberán los escombros
fortaleciendo al guerrero, preparando colores para el cambio de estación, que
los vientos ahora son mas fuertes, igual divertidos….
Los encantos de los días donde la sangre, las cordilleras y
el mar maquillan los muros dejando
sonrisas y ganas de elevar –elevarte.
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